Para disfrutar de un buen vino no hay nada mejor que una buena comida, la gastronomía de la Ruta de Lleida es sabrosa, rica y diversa, marcada, de contrastes, en el que el resurgimiento de nuevos cocineros se combina con una tradición de raíces milenarias. Pertece a la cocina catalana de interior aunque posee ciertas influencias de la aragonesa.
Tiene su origen en los productos naturales que se cultivan y crecen en los campos de la zona: frutas, verduras, hortalizas, aceites- DO de las Garrigues-, carnes, hierbas y condimentos.
El cerdo es protagonista en sus platos, son típicos los xolis ( embutido de la matanza similar al fuet), la cassolada (guiso de patatas, verduras, tocino y costillas de cerdo), las manos de cerdo con nabo, las escudellas (cocidos catalanes) y la olla aranesa, la cazuela. Entre la carne de cordero es popular la cabeza y patas de cordero con Girella y el corderito a la urgellenca. De la caza menor se tienen platos de liebre, de conejo y los más extraños elaborados con urogallo. Entre los platos de voatería se encuentra el pollo al estilo de Almenar.
El postre más característico son las crêpes (crespets, brescajus o pasteres), la coques de ous, el filiberto, el chocolate y el turrón -desde el año 2000 cuenta con la categoría de Identificación Geográfica Protegida-. También se emplea frecuentemente los productos de la tierra como frutos del bosque como la fresa silvestre, el gerd (especie de frambuesa) y la mora.
No posee costa, a pesar de ello muchas preparaciones de pescado provienen de la pesca fluvial.